Caramelos.

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No me hables del tiempo, que las sombras rasguñan con sus filosas uñas las paredes de mi habitación,

No me hables de amor, que el peso de su cuerpo aun me interroga desde un sillón.

Las calles son rumbos con destinos inimaginables, ni el ave, con sus alas de libertad puede recorrerlos todos o salir bien librado.
Yo, sin duda, no soy ave, tampoco alas, no esquivo el tiempo, y definitivamente, me es arriesgado hablarte de amor. Pero, si de algo te sirve, puedo soñar, suficientes alas para recorrer cualquier camino sin hablar del tiempo, del amor y su daño colateral...pero, que va, enviemos a J0sefino a la tienda,
que traerá caramelos de envolturas brillantes
ojala sean mora azul, arándano, menta fría o bien el helado de pitufos de la esquina.
azules. Te diré, yo ante todo, me fió de cualquier cosa que sea azul y comestible..
ya que solo tienen dos alternativas, no tienen un punto medio, donde puedas decir,
sabe medianamente bien o sabe medianamente mal,
solo son terriblemente horribles, o bien, infinitamente deliciosos.
Yo opto por comer todo lo azul..
con suerte goce terriblemente de lo infinitamente delicioso,
la vida ciertamente es mi collar de caramelos azules,
mi accesorio favorito para este verano,
cada instante es eso, un caramelo terriblemente malo..o infinitamente bueno,
yo los como todos.
P.D. A medianoche los vomito, me siento al centro de mi jardín blanco y negro, y los vuelvo a deleitar...

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